El profesorado continua siendo clave en cualquier sistema educativo. De hecho, es sencillo darse cuenta de su papel crítico, si tenemos presente que en sus manos recae la responsabilidad de acompañar a los niños y jóvenes en el proceso de aprendizaje de las competencias que les serán imprescindibles para poder convertirse en ciudadanos activos, participativos y comprometidos con el progreso social.
En un mundo globalizado como el nuestro sus funciones se reformulan continuamente para poder atender los retos de una sociedad fundamentada en la economía del conocimiento. El acceso a la enseñanza obligatoria ha alcanzado a sectores sociales cada vez más amplios, que exigen respuestas docentes flexibles, ajustadas a necesidades educativas diversas.
Con esto , ¿Qué quiere decir ser un buen profesional de la educación para el siglo XXI? Pues bien , en primer lugar somos una sociedad de la información . Para aprender la información que nos rodea y transformarla en conocimiento es necesario que haya interés y tener criterio para saber seleccionar. El docente debe ser experto en estimular este interés y tiene que ofrecer vías que ayuden a seleccionar bien la información y a construir nuevo conocimiento. Debe comunicar bien, argumentar con calidad y saber animar a los que aprenden en la tarea de comprender y contrastar, y de querer saber más.
También hay que ser buen comunicador y saber acompañar y escuchar tanto en la relación con las familias como para establecer vínculos educativos con los alumnos basándose en el reconocimiento, el respeto y la aceptación del otro y dándose en un clima afectivamente rico, con esquemas de referencia y normas estables que genere la confianza y la autoestima que inciten a la superación de dificultades y a la superación personal.
Debe preparar a los alumnos para participar informada y activamente en su vida y en el debate público y ciudadano , para desarrollar sus capacidades de forma que le permitan un aprendizaje continuo, y finalmente prepararlos para su incorporación al mundo laboral. Para estos objetivos de la educación y otros, hoy no sirve un enfoque de la educación y del aprendizaje escolar basado en la adquisición de conocimiento. Es necesario un enfoque de profundización y de creación de conocimiento. Y para ello es necesario que el docente este en continua formación.
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Esto conlleva romper muros y rutinas individuales y dar valor a la comunicación y a la capacidad de construir pensamiento conjunto. Requiere tiempo para crear una nueva cultura y poner en valor la capacidad de analizar y de escuchar, permitir la duda, potenciar la investigación colectiva de respuestas, tolerar el error y la ambigüedad…
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